Esta carta es continuación de: Parte 1
Esto me lleva de la mano al que tal vez sea uno de los principios más importantes en la Medicina, aprender a aceptar nuestras limitaciones. Los médicos tenemos un defecto que sabiéndolo utilizar pudiese ser una virtud, un orgullo, por no llamarlo un ego, muy grande, el cual en muchas ocasiones nos ciega y no permite que aceptemos que algo no lo sabemos o no lo podemos resolver. No podemos jugar a ser dioses aunque a veces eso nos hagan creer, si no lo sabes, aprende a decirlo y derivar a tu paciente con aquél que pueda ayudarlo, en serio que el paciente agradecerá y apreciará el que lo hayas hecho.
Continuando con los consejos que me dieron mis maestros, y sin ningún orden específico, otro que recuerdo muy bien fue el aprender a trabajar en equipo. Independientemente de quien sea la persona que tienes enfrente y si te cae bien o mal, debes de aprender a trabajar en conjunto para salir adelante, un ejemplo que nos ponían era, no importa si al cirujano le cae bien o no el anestesiólogo, ambos deben de hacer bien su trabajo y apoyarse para sacar adelante al paciente. Esto pudiera sonar más aplicable en la vida institucional que en la práctica privada, pero en realidad no lo es, en muchas ocasiones aquel compañero que puede ayudarte suele ser aquel que con el que has tenido diferencias.
La práctica anterior se ve frustrada no solo por el ego, sino también por la práctica casi de rapiña de muchos médicos, a quienes sus colegas le derivan un paciente para pedirle su opinión y optan por desacreditar a quien lo envió con tal de que el paciente “se quede con él”. En definitiva es una práctica que no solo ocurre entre médicos, la he visto con abogados, ingenieros y demás profesiones, tristemente la competencia no es sana y regresamos al primer punto tratado el día de hoy, hemos olvidado el trabajo en equipo.
Este último punto, bien puede embonarse con la primera parte de este artículo a través de otro consejo, uno de los que quizás resulten más populares, el médico jamás se debe dejar de actualizar. Siempre que comento que soy médico a alguien que no está en el medio, una de las cosas que quizás remarca más es el hecho de que el médico nunca para de estudiar y es cierto. Día a día la Medicina evoluciona y uno tiene la obligación de mantenerse al día, es por ello que no puedo dejar de preocuparme por observar como la mayoría de mis alumnos no puedan entender la importancia de crearse un hábito de estudio, debemos aprender desde la universidad a organizar nuestro tiempo para estudiar todos los días, y eso no acabará con la recepción del título, por el contrario esa vida a penas comienza.
El médico no es más que nadie por el contrario, el título, la bata y el estetoscopio que cuelga de tu cuello te otorga más obligaciones que derechos, el médico tiene la vocación de servir. Eso es algo que todos los alumnos cuando entran parecen tener claro, pero conforme avanza uno en la Medicina va quedando en el olvido y el ego, ya mencionado en párrafos anteriores hace estragos, ocasionando que el médico se maree por la altura del escaloncito que subió al estudiar la carrera, sin entender que ese escalón no es para verse más que los demás, es para alcanzar a observar y ayudar mejor a los demás con ese particular punto de vista.
Pero cuidado, el hecho de que el médico tenga la vocación de servicio tampoco significa que no deba de tener una dignidad y hacerla valer, así como en ocasiones el galeno peca de egocéntrico, los pacientes y las autoridades hospitalarias o gubernamentales ven en el médico alguien que, por el simple hecho de haber estudiado Medicina, deberá actuar sin miramientos a sus derechos, a un bajo costo y con una disponibilidad de tiempo absoluta. Nada más lejos de la realidad.
Como todos, tenemos derecho a una vida digna, a ganar un salario, a cobrar por nuestro trabajo, el cual se mide no por la magnitud de una herida quirúrgica o lo sencillo que parezca hacer “tres preguntas y llenar una receta”, sino al tiempo que se ha invertido en poder, con esas “tres preguntas”, llegar a un diagnóstico acertado y poder “llenar una receta” con el tratamiento más apropiado.
El médico tiene derecho a descansar, como ser vivo necesita de reposo y esparcimiento, si un médico está en una reunión social no es sinónimo de consultas gratis, es uno más en esa reunión que va a divertirse y convivir, no es raro el que se nos acerquen ha hacernos solo una “preguntita”, el médico, así como el abogado, el ingeniero o el arquitecto, debe hacer valer su trabajo, independientemente de que en ocasiones pueda buscar ayudar.
De hecho, una muy buena práctica que aprendí de mis maestros es nunca dejar de hacer una buena labor social, bien puede ser cobrar a bajo costo, buscar que un laboratorio apoye el tratamiento de un paciente, etc. Pero continuaré con este y otros consejos en mi próxima columna donde trataré de terminar con los consejos más importantes para ser un buen médico.
Quiero agradecer a La Jornada Aguascalientes por brindarme este espacio que cumple su primer año, espero comentarios y mayor interacción con mis lectores en este nuevo año que comienza.
Puedes continuar leyendo: Parte 3