Por Jean-Luc Seigle. Editorial: Seix Barral
Mi calificación: 4 de 5 estrellas
Inicio como termina el libro, con un análisis sobre la importancia de las guerras en la novela francesa, yo hablaría en general. No es ningún secreto que me gusta la novela histórica y aunque nos duela reconocerlo, muchas veces gira en torno a movimientos bélicos, ojalá el mundo cambiara y tuviéramos más novelas sobre grandes acontecimientos científicos, descubrimientos o incluso obras humanitarias y no sobre combates donde se matan entre hermanos.
En particular esta novela de Jean-Luc Seigle me atrapó desde el primer momento, si bien tiene instantes en donde camina más despacio, el hecho de que todo transcurra en un sólo día es un experimento que me recuerda mucho a «The Catcher in the Rye» de Salinger, aunque la temática fuera totalmente diferente.
Había notado que, a partir de cierta edad, los hombres no dudaban en sacar sus pañuelos a la mínima…
En mi caso, para mí «El Momento» del libro es cuando Albert Chassaing, el padre de familia, el sustento, un hombre maduro, se enfrenta por primera vez en su vida a la desnudez de su madre, a su fragilidad. Su madre, Madeleine, tiene demencia, ya casi no lo reconoce, ese es para mí uno de los instantes más emotivos de todo el libro. Pero no me hagas caso, muchos son los episodios que pueden resultarte significativos, sólo que para mí, quizás por mi profesión, fue el que me atrapó.
Al envejecer, los hombres lloran. Era cierto. Quizá llorasen todo lo que no habían llorado en su vida; era el castigo de los hombres duros…
Seigle describe de forma magistral las emociones de cada uno de los personajes, sus miedos, sus angustias, sus preocupaciones, alcanza a llevarnos de la mano a su psique para embebernos en su trama.
Un libro sumamente recomendable.
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