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De tacos y restaurantes de lujo, tu derecho a la salud

Como ya sabes, defiendo el hecho de que el médico se debe a sus pacientes, pero también creo que tiene derechos. Una cosa es ser amable y otra cosa es pasarse de bueno, hasta que te vean la cara de menso, por no decir…

La salud, un derecho universal y gratuito

Es cierto que la salud es un derecho universal y debe ser gratuita, no lo discuto. Es por ello que pago mensualmente mis impuestos y a eso hay que agregarle la declaración anual, el I.V.A., etc., etc., etc. De tal modo que todos tengan derecho a un sistema de salud público (incluso quien no los paga). Por otro lado como patrón le pago a mi secretaria sus servicios de salud en el Seguro Social, al cual yo no tengo derecho (sigo preguntándome por qué los patrones no pueden acceder a este tipo de servicios).

Así pues, que si quieres un servicio de salud gratuito, cuando menos en México, cuentas con los servicios de salud que brinda el gobierno a través de las secretarías de salud, tanto nacional como estatales. Se tira mucho de la escasez de recursos y la deficiente calidad en la atención (tema del cual ya hemos hablado). Bueno o malo, tienes ese servicio.

En cambio, también es un derecho universal el de la vivienda, a la alimentación, a la educación, etc., a excepción de esta última, no hay viviendas ni alimentación gratuita para nadie.

Atención personalizada, exclusiva y ¡Gratuita!

Todo esto sale a colación, porque en los últimos días he tenido la desagradable situación de tener que tolerar, hasta que me sacaron el tapón, a los hijos de un paciente, que, por haberlo visto en dos ocasiones (y haberle salvado la vida), creen que tienen derecho a ser atendidos a cualquier hora del día, en cualquier día del año (tienen la costumbre de hablar en domingo o en la noche), sólo para confirmar si lo que le dijeron en el seguro está bien.

La última, porque su papá tenía gripa, mandaron a la muchacha a la farmacia de la esquina y le dieron un anti gripal, y querían confirmar si estaba bien. Sí así como lo leen, sólo para confirmar. Cuando les digo que los veo en mi consultorio para evaluarlo, y valorar qué tratamiento es el más apropiado, me dicen que le llamaran a mi secretaria, pero que mientras les diga si se los dan o no. Reitero mi respuesta, los veo en mi consultorio. Bien, dicen que me hablaran; sabía no lo harían.

Tres días después me marcan, me informan que no trajeron a su papá porque acabaron dándole el tratamiento que le mandó el dependiente de la farmacia y se curó. Ahora me hablan para saber si puede tomar un antibiótico que le prescribió el odontólogo ya que le harán una extracción. Vuelvo a repetir que tengo que valorarlo, no doy consultas por teléfono. No han parado de marcar aún cuando ya no les contesto. Mi teléfono sirve para urgencias o bien, cuando yo lo solicito, para que me reporten el estado de algún paciente en particular, y ahí sí, quizás ajuste dosis, pero el caso ya lo conozco y son excepciones.

Esto ya me lo habían aplicado, porque además el señor es derechohabiente al IMSS y cada vez que yo le prescribo algo, van a dicha institución a surtirse de medicamento. No lo critico, trato de acoplarme a las existencias de dichas instituciones, pero en ocasiones no cuentan con los medicamentos que yo receté, y entonces hablan, para ver si pueden cambiarlo por lo que les dijo el de la farmacia o cuando bien nos va, el médico de primer contacto (cuando bien nos va, puesto que un hijo conoce a no sé quién y entonces ni a consulta lo llevan).

Un día tuvieron la osadía de decirme que es que la salud es un derecho y yo cobro “muy caro”; depende de con qué ojos se mira, si preguntan el costo de mi consulta y la comparan con el estándar de la ciudad, no estoy caro, soy un médico especialista que cobra dentro del promedio. Comparado con la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey soy una ganga. Obvio, comparado con los consultorios de las farmacias soy muy caro.

Existen opciones para todos los gustos y necesidades

Pongo el siguiente comparativo, perdón si ofendo a algún colega o algún taquero.

Como mencionaba hace rato, aunque comer es un derecho, aun no encuentro un lugar donde me den de comer gratis. Pero es cierto que existen opciones para todos los bolsillos. Obviamente siempre sale más barato comer en casa que en algún lugar fuera de ella, pero como no está bien automedicarse, supongamos que todos salimos a comer afuera.

Queda eliminada la opción gratuita. Podemos comer tacos en un puesto de la esquina, en una fonda, en una taquería nice, en una cafetería de cadena, en un restaurante de cadena más elegante, en un restaurante exclusivo o de moda donde te cobrarán las perlas de la virgen por un plato con una fresa rebanada en forma de corazón, con un hojita de menta y tres gotitas de balsámico.

Eres libre de escoger lo que quieras, pero no puedes llegarle al taquero y exigirle que por lo que te cobra te dé un corte fino, aderezado con salsa de trufa blanca y acompañado de pasta con setas y galletitas con caviar. Pero cuando llegas al restaurante de 20 estrellas Michelin no reclamaras que pagaste, por un plato embarrado con mermelada de algas del Mediterráneo y espuma de hormigas del Tíbet $2,000.00, cuando en la esquina te sirven un taco bien lleno, doble tortilla y la salsa más picosa de tu vida por $10.00.

Sabemos que en ambos lugares puedes comer muy bien, pero también en ambos puedes llevarte fiascos. Claro que es más decepcionante pagar $2,000.00 por una suela de zapato y una salsa insípida, mientras que la posibilidad de que te salgan cuernitos en los tacos es muy alta, pero también te puedes llevar sorpresas en cuanto a su frescura y la calidad de sus salsas.

Pagas por un servicio, por un tiempo, no por el alma

Bien, pues sé, ya que he trabajado ahí, que hay grandes elementos en las instituciones públicas. Conozco muchos casos de vidas salvadas, de recuperaciones asombrosas, de atenciones magistrales en hospitales públicos, en todos los niveles. De hecho mucha gente puede recibir tratamientos que aún en ninguna institución privada de nuestro país podrían encontrar. Tal vez por sobrecarga de trabajo, malas administraciones, etc. es bastante frecuente que la atención no sea de la calidad que uno espera. ¡Pero ahí está! Es una opción que tenemos todos los mexicanos. Y así como puedes comer exquisitos tacos en el puesto de la esquina (generalmente ahí están los mejores), también tienes opción a pagar por algo más caro y refinado.

Si tú acudes a un médico privado, este tendrá la obligación de darte un determinado tiempo, por el cual ciertamente pagas, pero no has pagado por un esclavo. El galeno debe comprometerse a atenderte con respeto y calidad. En resumen deberá dar lo mejor de sí, y en caso de no ser la persona más apta para atender tu caso específicamente, a ser honesto y brindarte asesoría para que encuentres al especialista más apropiado. Pagaste por un servicio, no por la vida o el alma del médico.

Pero el hecho de que pagues no implica que puedes abusar de él. No creo que por pagar una millonada en el restaurante de Ferran Adrià, él esté dispuesto a oír tus gritos y exigencias de cosas sin sentido; ni que por haber ido una vez tengas derecho a hablarle para preguntarle si está bien que le pongas salsa habanero a la fabada (además de que se meterá un tiro), o a exigirle que te envié comida a domicilio y encima sin pagar un centavo.

Trabajamos para comer

Aun no tengo acceso a comer ni a una casa gratis, mucho menos un banquete con angulas naturales o a un palacio. Pero si hay a servicios de salud gratuitos. Si no quieres pagar por un médico particular, por medicamentos de patente o genéricos de calidad, ni por un hospital particular, siempre estará la opción del servicio público. Si quieres ser atendido por fuera, eso tiene un costo, y lo tiene porque hay que recuperar las inversiones y obviamente sacar ganancias, ¿por capitalismo? Llámalo como quieras, pero tenemos que comer y pagar un techo.

¿Qué pasó con esta familia? Bien estoy esperando la próxima llamada, la cual llegará y contestaré tras haber tomado aire con esta carta, y les diré que así como ellos tienen derecho a escoger su médico, yo tengo derecho a decidir a qué clientes atender. Y así como en un restaurante se reservan el derecho de admisión, yo me reservo el mío, que por favor busquen a algún otro médico.

Sé, porque su caso no es la primera vez que sale a flote, que han cambiado de médicos y a mí ya me estaban tomando la medida, les había resuelto una situación en que otros ya no querían atender, pero empezaron a abusar, y como dice el dicho: “tanto va el cántaro al agua que acaba rompiéndose”