El consumo de “productos orgánicos” esta en boga. Si bien gramaticalmente es incorrecto referirnos a una fruta o carne como orgánico, pues queda claro que no hay ni manzanas ni filetes sintéticos, bajo ese término se clasifican los productos que desde su siembra, cultivo, recolección y procesamiento no se utilizó ningún producto artificial como fertilizante, plaguicida o conservador, algo similar sucede con los productos cárnicos.
La semana pasada salió publicado en la revista PLoS One un interesante estudio realizado por la ornitóloga Julie Jedlicka de la Universidad de California en Berkeley. En dicho territorio había una gran cantidad de aves hace 100-200 años, hasta que el paisaje cambió alterando su hábitat. Ante ello la Dra. Jedlicka instaló cien cajas-nido en dos viñedos de la región, dividiéndolos en áreas donde colocaría el nido y áreas control.
Los resultados fueron asombrosos, en las zonas donde se colocaron los nidos atrajo al doble de aves en comparación de las áreas control y en época de cría el número era 2.6 veces más grande en aquellas áreas de los viñedos con cajones de crianza.
Los azulejos (Sialia mexicana) fueron las aves con mayor responsabilidad en este crecimiento poblacional y es que se contabilizaron 313 especímenes en comparación con los 39 habitantes de los viñedos sin nidos. En total se lograron contar 1,122 aves de 25 especies diferentes. En ambas áreas, con y sin cajas se encontraron el mismo número de especies, pero el número de aves insectívoras fue 50% mayor en las áreas con nido. Esto se vio reflejado en que los insectívoros removieron alrededor de 2.4 veces más larvas de insectos en las zonas donde se pusieron los criadores.
¿Por qué los azulejos? Esta especie de ave cantor se adaptó muy bien al sistema de cajas debido a que prefieren hacer su nido en pequeñas cavidades en los árboles, prefiriendo los lugares abiertos como los terrenos de cultivo, así que rápidamente se adaptaron a las nuevas oportunidades de anidación, tanto que ocuparon el 75% de las cajas, según menciona la Dra. Jedlicka.
Además esta especie no es muy exigente en cuanto a su alimentación siendo las orugas, escarabajos y saltamontes presas fáciles para ellos. Una familia de cinco polluelos de azulejo necesitan aproximadamente 125 gramos de artrópodos al día y cada pareja de estas aves pueden criar hasta dos veces al año. Aún así no se puede bajo esta técnica eliminar por completo el uso de pesticidas debido a que algunas plagas como los ácaros son demasiado pequeños para el consumo de estas aves.
Pero la viticultura no es el único gremio de agricultores beneficiados, ya existen algunos utilizando nidos en diferentes regiones de Estados Unidos como en el cultivo de naranjas en Florida y manzanas en Nueva Inglaterra.
Aguascalientes es un estado que se caracterizaba por su producción vinícola, pero esta industria decayó en las últimas décadas, hoy un grupo de entusiastas trata de rescatar de las cenizas a la industria y motivar el crecimiento de la enología y la viticultura en tierras hidrocálidas.
Ojalá el gobierno voltee a ver estos proyectos que sin duda reactivarán áreas actualmente apagadas, generando empleos y con sistemas como los que propone la Dra. Jedlicka favoreceríamos a la recuperación ecológica del estado, además de incrementar el turismo. ¿No es compatible con los planes de crecimiento económico y los planes de rescate ecológico?
Por lo pronto les deseo un buen fin de semana, maridado con un buen vino y el canto de las aves.