Estoy a escasas páginas de terminar un libro y no podía dejar pasar la oportunidad de hablar de él. Me refiero al libro “El Emperador de Todos los Males. Una biografía del Cáncer” de Siddhartha Mukherjee. No es un libro exclusivo para médicos o gente relacionada con la atención de la salud, de hecho creo que es un libro que todos deberíamos de leer, ya que guarda varias aristas que bien podríamos aplicar a diferentes campos del conocimiento y de la vida diaria.
En él Mukherjee, un oncólogo egresado del Massachussets General Hospital narra con maestría la historia de la que quizás sea la más temida e icónica enfermedad, al menos en los últimos 60 años tras la aparición de los antibióticos.
Desde hace cientos de siglos el hombre se ha preguntado ¿qué es el cáncer? ¿por qué se da? Y principalmente ¿cómo curarlo? Desde el primer capítulo el autor nos lleva de la mano en el desarrollo del estado del arte al respecto, principalmente lo sucedido desde la década de 1950 en adelante, después de que en 1947 Sidney Farber un patólogo que tras haber revisado cientos de muestras de sangre y piezas anatómicas de niños enfermos de cáncer en el Hospital Infantil de Boston decidiera dar un giro a su vida y con ello al mundo de la medicina. Farber recordando lo aprendido durante sus entrenamientos como profesionista y especialista, y estando enterado de que unos amigos habían creado un producto, el metrotexato, que inhibía la formación de ácido fólico, esencial para el crecimiento de nuevas células sanguíneas ( y cualquier otra) y por consiguiente podría detener el desarrollo de la leucemia linfoblástica aguda, el cáncer sanguíneo sobre el que Farber había puesto la mira.
Tras ese adelanto se desencadenaron una serie de eventos, no solo científicos, sino también políticos que fraguaron la forma en como actualmente se ve al cáncer y la manera de atenderlo. Es aquí donde creo que el libro resultaría útil no únicamente a médicos, sino a cualquiera que quiera desenvolverse en el mundo. Para lograr crear conciencia en la población los científicos y médicos tuvieron que echar mano de la mercadotecnia, de expertos en otras industrias y sobre todo convencer a la esfera política de los Estados Unidos en una época en que la guerra eran prioridad. Curiosamente de ahí que se empezara a utilizar el término “guerra” contra el cáncer, de tal manera de tocar las bélicas fibras de la sociedad estadounidense.
Nos da a conocer como en cualquier lado se cuecen habas y la burocracia, la lucha de egos entre iguales, etc. hicieron más complicado el ya de por sí difícil desarrollo de la cura del cáncer. Y es poco a poco, conforme algunos empiezan a enteder que es necesario trabajar en conjunto, aprovechar los pequeños granos de arena que aportan otros y desarrollar nuevas hipótesis e intentar demostrarlas que el hombre ha ido ganando algunas batallas en esta aún inconclusa guerra.
Sin duda alguna otra gran enseñanza que nos deja este libro es algo de lo que insisto mucho con mis alumnos, los únicos límites en nuestra vida los ponemos nosotros, los caminos pueden ser difíciles, pero ninguno imposible si ponemos empeño, puede ser que no alcancemos la meta final, pero sin duda en el camino rumbo al mismo se habrá adelantado, en medicina y ciencia un pequeño aporte es siempre un gran escalón para alcanzar la meta final. Pero para lograr hacer esa aportación necesitamos tener la curiosidad por aprender más, el empeño para lograrlo y las bases del conocimiento necesarias para iniciar dicha exploración.
¿Será que lograremos crear en los jóvenes esa inquietud para continuar trabajando en búsqueda de soluciones, no solo en el campo médico, sino también en el económico, en la educación, medio ambiente, etc.? ¿Qué nos hace falta para lograr unirnos como sociedad, para crecer? Dudo mucho que se trate de la falta de talento, creo que es más bien la falta de interés, el conformismo y el esperar que alguien más lo haga por uno.