Saltar al contenido

El malogrado

Le fascinaban los seres humanos en su infelicidad, no lo habían atraído los seres humanos mismos, sino su infelicidad, y la encontraba en todas partes donde había seres humanos, pensé, estaba ávido de seres humanos, porque estaba ávido de infelicidad. El ser humano es la infelicidad, decía una y otra vez, pensé, sólo un imbécil pretende lo contrario. Nacer es una infelicidad, decía, y, mientras vivimos, prolongamos esa infelicidad, sólo la muerte la interrumpe. Eso no quiere decir, sin embargo, que sólo seamos infelices, nuestra infelicidad es la condición para que podamos ser felices también, sólo dando el rodeo de la infelicidad podemos ser felices, decía, pensé.

Thomas Bernhard

Es un enorme libro que se enclava en la infelicidad secundaria a la insatisfacción; al ser incapaces de encontrar el sentido. Aun teniéndolo todo no se tiene nada. La náusea le llamaría Jean Paul Sartré.

Ficha en Goodreads