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El médico no puede ser un ente aislado

Frecuentemente empiezo a escribir, planeando hacer un artículo corto y resulta que me extiendo, sé que puede resultar esto un error, pero no me gusta dejar nada en el aire, no gozo de un perfil literario ni pretendo fingir que así es, trato de escribir como hablo y externar en mis palabras lo que siento o pienso, la ventaja de hacerlo escrito (y desventaja también) es que me da tiempo de pensar, esto ayuda a utilizar las palabras más apropiadas, pero también a que surjan nuevas ideas. Pues bien, hoy quise empezar de ese modo pues no sé cuanto pueda salir de lo que voy a decir, de inició me parece será un artículo breve, espero que así sea para no aburrirlos.

Desde tiempos muy remotos, en realidad no quiero etablecer fechas, el médico ha sido contemplado como un ente solitario en cuanto a su práctica profesional se refiere, nada más erróneo que eso. Esta creencia, propia inclusive de los médicos, ha llevado a que la gente nos crea engreídos (y algunos sí que lo son) e inclusive se ha llegado a divinizar la figura del galeno, tanto por ellos mismos como por la gente en general. Reitero, nada más alejado de la realidad.

En primer lugar, el médico que considere que puede solo con todo el trabajo, que tiene la capacidad de resolver todos los problemas de salud y que no requiere de otros colegas, en definitiva está destinado al fracaso y con él, la salud de sus pobres pacientes. Ni el más preparado de los doctores podrá jamás ser totipotencial, si bien considero que la subespecialización puede ser sumamente peligrosa (lo analizaré en otra ocasión) y creo en la capacidad del médico general y de las ramas «generalistas o troncales» de la Medicina, creo que no hay «todólogos», ni «sabelotodos». Así que para empezar, en las escuelas y facultades de Medicina se nos debería enseñar  a trabajar en equipo, a reconocer nuestras limitantes y a pedir ayuda sin sentir «vergüenza» (se hace parcial e indirectamente).

Puede ser que en parte, lo que lleve a los galenos a no solicitar ayuda es que se tiene el miedo infundado de que el paciente, si ve que el médico no pudo, piense que está mal preparado, cuando he podido constatar, que si derivo a un paciente en forma oportuna y con la persona adecuada, el paciente te reconoce dicho acto. Un problema más grave resulta el hecho de que cuando lo derivamos, por esa falsa superioridad, quien recibe la interconsulta en ocasiones, menosprecia a quien lo envía ante el paciente y en el medio privado incluso existe el «robo de pacientes». Un hecho es que saber derivar es un arte, si lo hacemos a destajo puede ser el origen de que el público en general piense que es mejor ir a un especialista o a un subespecialista que acudir con su médico general, familiar, integrista e inclusive internista. De no hacerlo ya ha sido descrito el resultado.

Pero el médico no solo requerirá de otros médicos, cada vez más debemos comprender que se requiere de otras disciplinas, nutriólogos, psicólogos, técnicos (radiólogos, rehabilitadores, laboratorista, etc.) y por su puesto, tal vez la interación más emblemática pero no por ello bien practicada, enfermeras. Muchas veces los médicos pensamos que con los conocimientos recibidos en la universidad nos dá para poder indicar una dieta a un paciente, nada mas alejado de la realidad, en ocasiones ni siquiera los médicos con especialidades relacionadas con la nutrición (cardiólogos, endocrinólgos, internistas, integristas) saben el cálculo de una dieta, la distribución de la misma o los equivalentes de los alimentos (es más apuesto que alguno que lee este artículo no entendió algún término), pensamos que con decir dieta hipocalórica, hiposódica, etc. es más que suficiente (faltó «y poquita», tal vez para complementar), los más avanzados ponen «para paciente con Diabetes», «con nefropatía», «con hepapatología»… agreguémos «con polipatología» así no hay pierde.

Qué podemos decir de la Psicología, durante mucho tiempo criticada o estigmatizada por los médicos, durante años se menosprecio el papel que esta pudiese tener en la Medicina, inclusive a la «rama Médica» de la Salud Mental se le juzgaba, aún más a quienes lo ven desde una perspectiva más racional-emocional y menos fisiológico. Hoy por hoy, muchas especialidades, entre ellas la mía, reconocen la importancia que juegan las emociones, creencias y pensamientos en la salud de los pacientes, en el apego a los tratamientos, en la ruptura de creencias, etc. Es por ello que cada vez más vemos clínicas de trabajo multidisciplinario, en diferentes áreas de la salud y aún considero que todavía faltan muchos campos en aceptar la importancia de la misma y que no todo se cura con Tafil y Prozac.

De enfermería tenemos muchos ejemplos, generalmente las relacionamos en el aspecto de asistencia del médico, pero en realidad es que son importantes en el término de intervención y curativo, son quienes más tiempo pasan con los pacientes y basados en el párrafo anterior, la enfermera juega un papel importante en las emociones y percepciones que el paciente tiene sobre su enfermedad e inclusive sobre su médico. Conocen mejor al paciente, sus reacciones, los efectos que los medicamentos ejercen sobre un individuo en particular, etc. Quien se olvida de sus enfermeras está destinado al fracaso. Decía un maestro y tiene razón «las enfermeras son ángeles que tienen las alas escondidas bajo la filipina» (Ok, algunas son casos aparte como en todo).

Así pues, que en resumen, el médico no puede ser un ente solitario, necesita de otros congéneres y también de otras áreas, aquí solo cité tres ejemplos imprescindibles, ejemplos con los que convivo a diario, pero ¿qué sería del galeno sin el laboratorista (técnico y profesional), sin los técnicos radiólogos, camilleros, administradores, archivistas, bibliotecarios, etc. ?