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Fraudes en la ciencia, el valor de la autocrítica

Los cinco mayores fraudes científicos que llegamos a creernos
Archaeoraptor liaoningensis, el falso «eslabón perdido» entre las aves y los dinosaurios y que apareciese publicada en National Geographic. (Imagen: ABC.es)

Publicado previamente en La Jornada Aguascalientes

Si algo caracteriza a la ciencia y es lo que la hace especial es la capacidad de autojuzgarse, de preguntarse si lo que se publica es verdad y no practicar el “lo escrito, escrito está”. Por el contrario, infinidad de veces los científicos tiran desde la raíz postulados que se daban por ciertos, demostrando que sus bases estaban equivocadas gracias a nuevas investigaciones.

Al contrario que en la religión o en las campañas políticas, la ciencia no para de autoanalizarse. Teorías como la de los humores de Hipócrates o la transmisión de enfermedades a través de miasmas han sido echadas a tierra por grandes estudios epidemiológicos y de salud pública, recordemos a John Snow, considerado el padre de la Salud Pública y quien contra presiones político-económicas y con un sustento matemático demostró el origen de una epidemia de cólera que asolaba a Londres a principios del siglo XIX.

Siempre existirán intereses económicos, políticos o simplemente curriculares que orillarán a más de un científico a cometer fraudes, “truquear” resultados de experimentos, etc. con tal de obtener un beneficio determinado. La ventaja contra las pseudociencias, la religión, etc. es que en ciencia todo puedo o más bien debe ser sometido a la duda y la comprobación. Como requisito indispensable un estudio debe de poder ser replicable, de no ser así será falso, y la comunidad científica será muy explícita a la hora de señalar el fraude.

Han existido grandes escándalos en la Ciencia y la Medicina al descubrirse un fraude, algunos han implicado pérdidas millonarias a grandes laboratorios, recordemos el caso de Vioxx (Rofecoxib), un antinflamatorio que pasó tal vez a la fama tras haber sido retirado por el propio laboratorio al demostrarse que incrementaba el riesgo de padecer problemas cardiovasculares, el alboroto en torno a ello fue mayor cuando se percataron que estos riesgos se pudieron haber evitado ya que en estudios sobre el medicamento se habían demostrado mucho antes de su salida al mercado, inclusive la prestigiosa revista New England Journal of Medicine había sido víctima del engaño al publicar el estudio más controversial sin que su sistema de revisión por pares hubiera podido detectarlo.

Tal vez otro caso de fraude que cimbró al medio científico por el impacto que la investigación suponía, tanto a nivel médico como bioético, fue el cometido por el surcoreáno Woo Suk Hwang quien en marzo del 2004 publicara en Science un trabajo donde aseguraba haber clonado a un ser humano hasta la etapa de blastocisto. En el 2006 el comité editorial de dicha publicación se retractaba del artículo y que se había demostrado que no era factible reproducir los experimentos dándose por un fraude, posteriormente demostrado, el artículo del doctor Woo Suk Hwang.

A inicios del año, escribía un artículo titulado “Vino bueno, vino malo”, en él hablaba de cómo las autoridades de la Universidad de Conneticut daban aviso de haber detectado fraude en las investigaciones del Dr. Dipak K. Das sobre los efectos cardioprotectores y antiinflamatorios del resveratrol. Lo anterior es una demostración la práctica ética por parte de la institución, quienes al hacer dicha renuncia regresaron grandes cantidades de dinero aportado por el gobierno norteamericano para dichas investigaciones.

Ahora le tocó a Harvard, el Dr. Marc Huser, quien investigaba en el área de la cognición inventó y di{o datos falsos en sus investigaciones. Esta noticia se da a conocer por la Oficina de Integridad de la Investigación (ORI en inglés) de los Institutos Nacionales de la Salud en los Estados Unidos, un año después de que Hauser dimitiera como investigador en Harvard y 2 años después de que esta institución inicera investigaciones internas encontrándolo como único responsable de ocho cargos por mala conducta científica.

Houser era considerado una figura prominente en el área de la Psicología y la lingüística evolutiva. En dos experimentos aún no publicados, Houser mostraba como los monos Tamarin tuvieron mayores respuestas a ciertas cadenas de vocales y consonantes que otros. La ORI encontró que falsifico la codificación de algunas de las respuestas de los monos, por lo que los resultados que el reportaba eran estadísticamente significativo, siendo que otros investigadores obtuvieron resultados no significativos.

Por otro lado otro de los artículos de Hauser, publicado en Cognition en el 2002 y citado hasta en 46 ocasiones por otros autores, tuvo que ser retractado, y otros fueron corregidos más tarde.

Lo anterior nos sirve como ejemplo para demostrar que si bien la Ciencia está sometida, al igual que cualquier actividad humana, a errores y mala práctica, a diferencia de las pseudociencias, religiones, etc. cuenta con un sistema de autoevaluación, con la única finalidad de mejorar y conocer la verdad, sin importar el peso que esto pudiera tener en la economía de una u otra institución.

Por lo regular los productos milagro hablan de los altos costos que tienen los fármacos de “patente”, sin poner en la balanza los años de investigación y la inversión que se pone en ello. Es cierto, muchos otros intereses giran en torno a las compañías farmacéuticas, entre otros ejemplos tenemos el ya citado caso de Vioxx, donde en falta de toda ética se sometió a pacientes a un alto riesgo; pero a diferencia de aquellos otros productos el laboratorio tuvo que responder, tanto absorbiendo las pérdidas económicas, como la paga de multas y sobre todo con una carga moral y ética que aún cuando han pasado ya casi 2 décadas, no han podido borrar.