Nuevamente fuí víctima de la mercadotecnía, en este caso «científica» y es que en realidad, la noticia la leí rápido, sin analizar, aprovechando 5 minutos de ocio en el trabajo y simplemente lo anexé a Posterous y con ello a la borla del ombligo, como la noticia de la semana y la que tal vez sería la noticia científica más importante del último semestre del año… sí, así nos la vendió nadie más que la NASA, a través de una de las revistas más prestigiosas, Science.
Pues bien, afortunadamente en la red hay quienes te hacen despertar del letargo científico, acaecido por la brillante campaña mediática de la Agencia Espacial, primero fue Martín Bonfil Olivera con su columna en Milenio Diario y que posteriormente replicara en su blog la ciencia por gusto. Luego llegaría la nota de Manuel en La Ciencia y sus Demonios, ambos me hicieron ver que nuevamente y a pesar de repetírmelo reiteradamente, como médico y por ende como científico no debo confiar en la información que se me presente en forma ciega, debo analizarla a detalle y pedir evidencias claras.
¿Realmente la Ciencia requiere de tanta mercadotécnia? Curiosamente ayer, mientras me daba esa refrescada de cara en las páginas de Manuel y Martín, Sergio Parra, de Genciencia nos ponía a pensar sobre la importancia de la financiación en la Ciencia, creo que de ahí podríamos partir. Una de mis conclusiones al leer las dos entregas de Sergio Parra fue que en defintiva, el dinero no lo es todo, pero siempre nos hará falta, no, no es un descubrimiento mío, todos lo sabemos; la clave estará en cómo se desarrolla el investigador en la relación patrocinador – beneficiario. El científico debe de tener la integridad y la ética suficiente para poder poner un límite y el patrocinador la comprensión y criterio suficiente para saber que el estudio que patrocina, no forzosamente le generará un beneficio, inclusive podría ser «contraproducente», por citar un ejemplo, un estudio que demuestre que un fármaco presenta efectos secundarios graves a pesar de los millones de dólares invertidos en el proceso de investigación. Lamentablemente esta simbiosis no siempre trabaja a favor de la Ciencia.
De hecho, tendríamos que analizarlo más profundamente, tal vez más adelante, si bien es responsabilidad del científico divulgar los conocimientos que vaya adquiriendo, aun cuando estos sean preliminares y por ello no culpo a quienes están estudiando en este momento la bacteria CFAJ-1 GFAJ-1 (como se bautizó a la bacteria en cuestión), la forma de propagar dicha información debería ponersen en una mesa de análisis ético-científico.
Por lo pronto, en mi siguiente entrega, el análisis de por qué la noticia, debe ser tomada con «pincitas»
Publicado originalmente en Medtropoli.net