Los médicos, al igual que la gente que está relacionada con temas científicos solemos caracterizarnos por utilizar un léxico atemorizante para el resto de la población. En realidad no tiene ningún secreto, en su inmensa mayoría tiene su base en el griego y el latín.
Cuando era estudiante tuve el privilegio de tener entre otros grandes maestros en el Hospital General de México, como mi profesor de Cardiología al dr. Luis Alcocer quien insistía en hacernos ver a su especialidad como algo simple y lleno de lógica, es tal vez una de las influencias más importantes que he tenido porque es cierto, insistimos en hacer complicado lo sencillo.
En una de sus clases el dr. Alcocer nos hablaba del lenguaje en la Medicina, recuerdo que ponía el ejemplo de un hombre que entraba angustiado al consultorio de un cardiólogo y se quejaba de un dolor intenso en el pecho, tras un interrogatorio y aun sin explorar ni hacer ningún estudio, el médico le comentaba a su paciente que lo que él tenía era Angor pectoris, el enfermo ponía cara de asombro, ¡qué veloz y atinado galeno! Se notaba que había estudiado muchísimos años para que tras solo oír sus síntomas ya pudiera darle un diagnóstico que sonaba sumamente rebuscado, complicado y con un nombre aristocrático.
– ¿Es grave doctor? Preguntó el paciente.
– Aún no lo sé – respondía el médico – debemos buscar la causa de su dolor.
¿No había dicho ya el diagnóstico? Si bien actualmente muchos conocen como Angor pectoris a una serie de padecimientos que se relacionan con la circulación cardíaca, ese rimbombante nombre en latín no va más allá de que el médico confirmaba que el paciente tenía dolor de pecho (Angor = dolor, Pectoris = de pecho).
Pero la terminología médica va más allá de nombres garigoleados para problemas comunes, en realidad se ha elegido el latín y en algunos aspectos el griego para unificar términos, de tal modo que en casi todos los países las enfermedades se llamarán igual o al menos tendrán una fonética muy similar por tener un origen etimológico común. No son los únicos idiomas, tenemos modismos en alemán, francés o inglés, pero son menos y también es cierto que no suelen sonar tan espectacular.
Esta es una norma que difícilmente creo que desaparezca, cosa contraria sucede con los epónimos, es decir cuando se nombra a una enfermedad, parte del cuerpo, técnica, maniobra o signo con el nombre o apellido de quien lo describió. Por lo general los epónimos han empezado a ser sustituidos por términos grecolatinos o anglosajones.
Lo importante de conocer el origen etimológico de los padecimientos dista mucho del snobismo al que se le relaciona, el entender de donde proviene el nombre de una hormona o de un músculo nos ayudará en gran medida a recordar su función, su origen, etc. Por ejemplo el músculo esternocleidomastoideo en su nombre tiene sus inserciones (unión músculo-hueso), los cuales son el esternón, la clavícula (kleidos = llave, similar, la clavícula tiene una forma similar a una llave o clave } si vemos ambos huesos juntos) y la apófisis mastoides en el cráneo. Se que esto pudiera oírse raro para muchos, pero resulta tan práctico como nombrar una carretera por las dos ciudades que une, por ejemplo la Aguascalientes-León.
Más útil es el hecho de que una enfermedad te de al menos una introducción a lo que genera o a su origen, por ejemplo: onicomicosis= hongos en las uñas (viene del griego onykh(o)= uña, myk= hongo, sis= proceso patológico), es cierto existen muchos agentes micóticos que pueden infectar la uña, pero al menos ya sabemos por dónde va el problema.
Entendiendo la etimología de las palabras, la comprensión del proceso patológico empieza a convertirse únicamente en un razonamiento lógico, aprovechando los conocimientos que el médico obtiene casi desde el primer año de la carrera para empezar a atar cabos.
Este semestre me encuentro impartiendo el curso de Fisiopatología, en el pretendo que los muchachos a mi cargo aprendan a relacionar los signos y síntomas de una enfermedad como reflejo de un proceso donde el funcionamiento normal del organismo se encuentra alterado. Resultaría simple con las bases comentadas, pero no es así.
Tenemos que nuestras autoridades a lo largo del tiempo han ido quitando materias que no son “útiles”, como es Etimología (algunos sistemas de preparatoria como el incorporado a la UNAM aún lo tiene, pero con muchas trabas para cumplir con los requisitos de quien la imparte). Otra jubilada es la Lógica, vital para comprender un silogismo tan simple como “Todos los automóviles tienen llantas. Algunos automóviles son rojos. Por tanto, todos los automóviles rojos tienen llantas”.
Herramientas tan “inútiles” que a la hora de resolver un examen que un alumno de tercer semestre debería sacar por lógica y sin necesidad de haber estudiado, orilló a mis grupos a reprobar en su gran mayoría la prueba. Los alumnos siguen esperando que el maestro les otorgue digerido el tema, a pesar de estar ya en la universidad, y estudian repitiendo como merolicos los textos, sin tener la capacidad de sintetizar en mapas metales procesos que, vistos de otro modo resultan lógicos, lo pondré con ejemplos simples:
El agua de lluvia “humedece” el campo. El agua de lluvia es primordial para la vida vegetal. Más lluvia, se inunda el campo. Menos lluvia, se seca el campo.
Cambiemos los términos a inglés para unificar idiomas:
Rain-water humedece el campo. Incremento en los niveles de rain-water (hiperrain-water) se inunda el campo. Escasez de rain-water (hiporain-water) se seca el campo.
¿Resulta lógico no? Ahora bien en la hiper-rain-water, la manifestación (sintomatología) es la presencia de plantas podridas. En la hiporain-water tendríamos plantas secas.
Así que si llega un campesino y me dice que todas sus plantas se secaron, deberé pensar que sufre de hiporain-water, es decir, poca lluvia.
El problema radica en que mis alumnos no logran ver que el proceso es así, se han memorizado como lo hicieran sus USB los textos de Fisiología, saben que la adrenalina es responsable de acelerar el corazón, pero si les cambio la jugada y les digo que llega un paciente con taquicardia y pregunto (con opción múltiple) qué esperan tenga el paciente, si que exista mucha adrenalina, poca adrenalina y tres opciones que nada que ver o con hormonas que tienen efectos contrarios, obviamente con su origen etimológico, seguramente no podrán contestar.
Mientras nuestras autoridades sigan considerando que algo no es útil porque ellos no lo comprenden, estamos destinados al fracaso. Recuerdo que algunos decían que no importaba que nuestro futuro presidente no tuviese cultura general o no leyera si es un buen líder, pero ¿puede haber un buen líder sin cultura? Déjenme decirles que lo dudo mucho. Lo que si es cierto es que tener cultura no forzosamente te hace uno bueno.
Por lo pronto sé que mis alumnos sufrirán grandes complicaciones estudiando Medicina sin las bases “inútiles” de la Etimología, la Química, la Física, la Biología, la Lógica y unas muy deficientes Matemáticas, Historia, etc. Lamentablemente no tengo en mis manos rellenar todos esos huecos, pero sé que quienes triunfarán serán quienes capten sus deficiencias y pongan en marcha un plan para subsanarlas.