La semana pasada me visitó en el consultorio quien sin duda es el mejor estudiante de la universidad, un muchacho íntegro, bien organizado, inquieto, siempre queriendo ir más allá de lo que los maestros dejábamos en el aula. Un muchacho que no se queda conforme con lo que viene en el programa y busca aprender más, interesado en la investigación, no sólo clínica sino también básica, alguien que no se limita a sólo cumplir para pasar, sino que sabe que este mundo es para los más fuertes y en Medicina los más fuertes son los mejor preparados, algunos podrán apostar a la suerte y parecerá que ganan, pero siempre el éxito es exclusivo del que se prepara.
Tras hablar de diversos temas y es que nuestras charlas van desde Medicina hasta Política o de Religión hasta Heavy Metal, salió un tema que es el que me atañe ahora. Le preguntaba por el Examen Nacional para Aspirantes a Residencias Médicas, o mejor conocido como ENARM, interesado en saber a qué había aplicado alguien que sin lugar a dudas, a donde apuntara acertaría en el blanco y sería aprobado. Aunque esperaba la respuesta, no dejé de admirarme al saber que se había inscrito para Medicina Interna, pero sólo “por no dejar”.
Sólo por no dejar…
Sólo por no dejar… es que en realidad en México, por no decir que en el mundo entero, hemos creado una necesidad pavorosa por la especialización médica. Hemos convertido como señal de éxito y “seguridad económica” la necesidad de estudiar una especialidad. No es nuevo que cuando los estudiantes entran por primera vez a la escuela de Medicina los profesores les preguntan el por qué decidieron estudiar dicha carrera, pero ipso facto se pregunta ”¿qué especialidad tienes planeada estudiar? Como si esto fuera un acto necesario, como si la Medicina General no fuera lo suficientemente apasionante y lo increíblemente necesaria en este mundo.
Alguna vez, cuando me preparaba precisamente para el ENARM un profesor de dicho curso, un médico sub-sub-especialista nos comentaba al auditorio lleno de aspirantes a ingresar a alguna especialidad: “Muchachos están aquí preparándose para presentar un examen con fin de ingresar a alguna especialidad, pero si no lo logran no se desanimen, el 90 % de este auditorio no lo logrará, pero recuerden, un médico general bien preparado debe ser capaz de resolver el 95 % de los problemas de salud por los que un paciente acude a consulta, el 4 % le corresponde al especialista, el 0.9 % al subespecialista y el 0.1 % restante al sub-sub-especialista como yo…” (palabras más, palabras menos). ¡Y es totalmente cierto!
Médicos Generales bien preparados ¡URGEN!
Cuando hablaba con este joven estudiante, a punto de terminar la carrera le incitaba a que si lo que realmente quería era ejercer la Medicina General lo hiciera. Muchos compañeros me tirarán de loco, dirán que como invité a un talento como él a “desperdiciarse” en un consultorio de médico general. Perdonen mi expresión coloquial pero ¡están pendejos! ¡Es justo lo que necesitamos!
Tras haber oído la respuesta de que se había inscrito a Medicina Interna por ser la más generalista de las especialidades, pero que realmente él quería ser Médico General, en primer lugar no podía más que apoyar su sueño. El problema común de los médicos generales radica en la falta de preparación. No sé exactamente cuál sea el problema, no sé si es desánimo tras sentir el “fracaso” de no haber entrado a una especialidad. No sé si los que ejercen en una institución pública se sientan desanimados por la diferencia salarial (realmente no es tanta) o por el lugar en el escalafón que se les da en los hospitales. Por su parte los que se dedican a la práctica privada sufren, es cierto, del desprecio general de la población que también considera que el “especialista” es el bueno, o en caso de visitarlo, prefieren acudir a una farmacia de “similares” o del “arrobo”, donde los médicos generales prostituyen su profesión por unos cuantos pesos, denigrando toda su preparación y matando así las ganas de continuar preparándose.
Por último los mismos médicos despreciamos la Medicina General, tal es el caso que ninguno de los organismos reconocidos por la Secretarías de Salud y de Educación como vigilantes de la formación de Colegios de Médicos, la Academia Nacional de Medicina y la Academia Mexicana de Cirugía no reconocen a los colegios de Médicos Genérales, de Médicos Familiares y de Medicina Integrada como instituciones oficiales para poder certificar la calidad de sus miembros. ¿La razón? Simple y llanamente una arbitrariedad, ya que todos los demás especialistas, son médicos generales también, no sé que les da el derecho de negar dichas distinciones. ¿Cómo estimular a los médicos generales a seguirse preparando si el resto de los médicos los catalogan como de segunda y no dignos de prepararse y certificarse?
Mientras la Medicina Integrada ha dejado de ser una opción de Especialización en México, a pesar de tener claros objetivos y motivos de existencia, demostrados epidemiologicamente (a pesar de que en teoría se trabajaría en pro de la especialidad y no de unos cuantos, pero eso es otra historia), la Medicina General sigue acumulando más miembros, y pareciera que insistimos en verlos como la “escoria”, tanto el resto de los médicos como la población en general.
Es por eso que cuando me entero que gente como este chico quiere ser médico general no puedo más que estimularlo a que lo haga, pero eso sí, recalco que no debe dejarse llevar por la corriente, que en caso de trabajar en una institución no puede dejar que el “sistema” lo absorba y convertirse en una máquina autómata de llenar recetas sin ton ni son, que debe seguir ejercitando su criterio crítico y pelear por una atención más humanitaria de los pacientes. Que existiendo tantos médicos generales en las calles, resulta absurdo que el gobierno a través de sus diversas instituciones siga proyectando que la calidad de sus médicos se mide en cuantos más pacientes vean, en lugar de contratar más médicos que los vean con mayor detenimiento y atención, ¿cuánto no se ahorrarían en complicaciones, derivaciones a especialistas por salir del paso, medicamentos prescritos sin necesidad y en exceso, etc.?
La ultraespecialización de la Medicina y su deshumanización
La ultraespecialización de la Medicina ha llevado al médico a deshumanizar su práctica, cada vez vemos menos del paciente, en lugar de verlo un todo lo convertimos en un ojo, un corazón, un cerebro o una enfermedad en particular, diabetes, epilepsia, dermatitits, etc., ni que hablar ahora con la ultraespecialización, algunos a nada más ven algunos orgánulos como las mitocondrias y se olvidan del ser que las porta, del paciente, del humano, de su sentir, su pensar, sus gustos, sus miedos, sus ilusiones, sus dudas. Las especialidades subespecialidades y “ultraespecialidades” parecen estar robándole a la Medicina su característica más preciada, el valor de lo humano.
No se equivoque quien me lea, particularmente si es un ultra-mega-súper-especialista, no estoy diciendo que todos sean así, mucho menos afirmo que no sea necesario tener especialistas en la Medicina, cada vez sabemos más del funcionamiento del cuerpo humano y de las enfermedades volviéndose muy complejo pretender saberlo y dominarlo todo. Pero creo también en la necesidad de fomentar e incentivar la preparación de buenos médicos generales, de promover la vocación para que cada vez más deseen desde el principio quedarse en esa trinchera, en la primera, en la que recibe a la inmensa mayoría de la población. Creo y promulgo la necesidad de que sean bien reconocidos (y remunerados), ya que si ellos realizan bien su labor, será más fácil que especialistas, sub-especialistas y ultra-especialistas puedan realizar su trabajo adecuadamente, pues hoy por hoy, la consulta de estos está rebasada por padecimientos que bien pudieron haber sido resueltos por un médico general bien preparado.
Para cerrar y a modo de reflexión final, comentaré, que en su mayoría, los mejores médicos generales que conozco están en lugares donde la Medicina Especializada aún no llega, recluidos en los montes y sierras, en comunidades privadas de grandes hospitales, o son personajes ya mayores, jubilados o por jubilarse, en ciudades como Aguascalientes, donde hace unos 40 años los especialistas eran escasos y los pacientes requerían atención. Curiosamente en aquel entonces, como ahora, la gran mayoría eran atendidos y en pocas ocasiones requerían visitar alguna gran ciudad para resolver su problema con el especialista ya que el “medicucho general” lo había resuelto.