Gracias al divulgador Martín Bonfil me llega una frase de Nietzsche: «La ciencia es algo discutible» y ¡vaya que el filósofo alemán tenía razón! Y en este ámbito también embona las prácticas que buscan el impacto que genera la actividad del hombre sobre el ecosistema, inclusive existen posturas científicas diametralmente opuestas respecto al calentamiento global, en otra ocasión tratemos el tema.
Algunas instituciones ecologistas, representadas mundialmente por Greenpeace, en muchas ocasiones proponen sistemas “ecológicos” que grosso modo parecieran tener lógica, pero que si las analizamos más a fondo no todo es miel sobre hojuelas. No quiero ser ave de mal agüero, mucho menos invitarlos a abandonar todas aquellas prácticas que busquen mejorar nuestro medio, simplemente busco resaltar lo que Dawn Stover escribió hace unos días, mejorar nuestro ambiente no es tan simple como algunos ecologistas piensan.
Tradicionalmente se han dividido a las fuentes de energía en renovables y no renovables, estas últimas la obtienen a partir del petróleo, carbón, gas natural o urano, que terminarán agotándose, pero las primaras ¿son realmente renovables?.
Veamos por ejemplo la producción de electricidad por celdas solares, sí, como las que se instalaron en la Plaza de la Patria o en el camellón de José Ma. Chávez entre el primer y segundo anillo. Pues bien, es cierto que el sol saldrá todos los días, pero el silicio utilizado en la construcción de las fotoceldas no. Otra fuente de energía considerada renovable es la geotérmica, pero para el funcionamiento de las mismas se necesita de agua que moverá las turbinas, el líquido definitivamente no es renovable, además de que estas plantas normalmente son instaladas en zonas bastante áridas, así podremos imaginar el impacto que tiene esto en el ambiente.
Ni que decir de las modificaciones que sufre el ecosistema en la construcción de una Hidroeléctrica, con la utilización de grandes cantidades de concreto, metal, modificación del cauce de los ríos, etc. Las geotérmcas requieren de la utilización de tierras raras para la fabricación de los componentes electrónicos, que como su nombre lo dice son “raras” es decir escasas, además de utilizar como en las hidroelécticas, grandes cantidades de concreto y acero totalmente perecederos.
Otro mito parece que debemos desechar es la utilidad del papel reciclado para evitar que se talen los bosques. Según lo expuesto por Joseph Health de la Universidad de Toronto parece ser lo contrario. El basa su premisa en el siguiente razonamiento: hay tantas vacas en el mundo porque la gente come vacas, si la gente dejara de comer menos carne, habría menos vacas y no más. Esto también puede aplicarse a los árboles.
La fabricación de papel no se basa en árboles de cientos de años, sino en cultivos industriales, como pasa con las frutas y vegetales utilizadas en la industria alimentaria, así que basados en este teoría, a mayor cantidad de papel que utilicemos mayor será la cantidad de árboles que se planten, y es que la gran mayoría del papel que se utiliza en el mundo procede bosques sostenibles, es decir, por cada árbol cortado se siembran dos o más. Es así que países como Suecia, uno de los mayores explotadores de madera, incrementan la masa forestal a la par que la producción de madera.
El problema en nuestro país es la tala ilegal de árboles, que cada vez se incrementa más, ahí tenemos los grandes problemas en las sierras de Michoacán donde el paisaje boscoso a cambiado, abriendo paso a la erosión eólica y pluvial, pero además dejando alterando el ecosistema donde habitan otras plantas y animales y el destino anual de especies migratorias como la mariposa monarca. Es entonces donde nos debemos percatar que no es el consumo de papel, sino las leyes y la aplicación de las mismas la que genera los problemas ecológicos.
En resumen, solucionar el problema ecológico representa un reto gigantesco, pretender solucionarlo con medidas simples es solo una ilusión romántica, reitero que este artículo no busca desanimar a quienes gustan separar la basura, desperdiciar el papel, apagar la luz que no se está utilizando, cerrar la llave del agua mientras se enjabona las manos, usar agua reciclada para lavar pisos o regar las plantas, de hecho soy de los que lo hacen. Pero debemos ser conscientes que eso es a penas un pequeño grano de arena y que la solución está en crear políticas de estado e internacionales para el control ambiental, además de promover y facilitar el trabajo de los científicos, invertir en educación y un largo etcétera.
Todo lo anterior me lleva a reflexionar sobre el tema de moda, Peña Nieto y su hija. ¿Es realmente de asombrarse que el precandidato no lea? Realmente creo que solo refleja una realidad, es el representante de una nación que lee un promedio de 2.5 libros al año, cifra que creo está inflada. ¿Es trascendente que su hija adolescente llame “la prole” al proletariado? Tal vez lo único que refleja es una baja capacidad de frustración, puede ser propia de la edad, de la educación recibida o ambas (tal vez ahí lo grave).
Pero yo lo que si preguntaría a Peña Nieto, a López Obrador y a quien resulte el candidato del PAN es ¿qué piensan hacer con la educación para que no acabemos nuevamente como ustedes y como la gran mayoría de los habitantes de esta nación? ¿Qué planes tienen para la filosofía, la ciencia, la tecnología? Espero respuestas contundentes y factibles, no romanticismos y castillos en el aire. Ya que lo respondan, la siguiente sería, y con eso ¿cómo plantean solucionar el problema del calentamiento global? (esta pregunta tiene un transfondo ecológico sí, pero también estratégico, económico, social, cultural, etc.) Por último, ¿cómo integrará a México a la economía del conocimiento que mueve a mundo actual? Al que me responda mejor le otorgaré mi voto.
Fuentes: Amazings.es y XatacaCiencia.com