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Racismo y discriminación en el siglo XXI

Publicado previamente en La Jornada Aguascalientes

…Imagina a toda la gente

Viviendo el hoy

Imagina que no hay países

No es difícil de hacer

Nada por qué matar o morir

Y tampoco religión

Imagina a toda la gente

Vivir la vida en paz…

John Lennon 

Quiero aprovechar este espacio para hablar de algo que aparentemente no atañe a los temas que normalmente tocamos en esta columna, aunque si lo vemos a fondo es total y absolutamente compatible.

Aunque vivimos en el siglo XXI aun podemos observar con tristeza el racismo y la discriminación, para ello no hace falta irnos a otros países, sino en nuestra propia cultura tenemos la segregación de clases, la lucha entre practicantes de diferentes religiones, hacia aquellos que no comparten una misma ideología o quienes tienen determinadas preferencias sexuales.

En los últimos días hemos observado como una secta, a base de violencia impide la apertura de una escuela, violando así el derecho que tiene cualquier ciudadano a la educación, sin importar su credo, etnia, etc.

 

Del mismo modo vemos como las mujeres de nuestro país son maltratadas, no solo por sus parejas, sino por sus empleadores quienes pagan con un menor salario los mismos servicios que brindan los hombres, o se les impide trabajar si están embarazadas o tienen hijos. Más denigrante aún es que sean las propias autoridades quienes ejerzan la discriminación cuando una mujer acude a denunciar maltrato.

Ni que decir de que una diputada en Baja California (Virginia Noriega Ríos) proponga prohibir la barra libre únicamente a las mujeres; si bien pudiera estar de acuerdo en que se prohíba en general por las grandes cantidades de accidentes y violencia en torno a la venta masiva de alcohol, determinar una medida según el género resulta aberrante, más aún viniendo de una mujer contra la mujer.

Ver el desprecio que los alumnos de una universidad laica pueden tener sobre sus compañeros que tienen una preferencia sexual distinta, sin otro argumento que la religión y sin poder dar un sustento a su opinión más allá de lo que supuestamente dice la Biblia en el Nuevo Testamento, sin que aún pueda encontrar yo la referencia, no me causa más que tristeza.

La intolerancia entre los partidarios de distintas instituciones políticas, que en muchas ocasiones no solo se queda en las palabras (situación de por sí grave), sino que llega a la agresión física entre oponentes y hasta a sus familias.

Pero hablemos de un hecho lamentable, hablemos de los Juegos Olímpicos.

Mucha gente está en contra ellos pues los consideran una farsa para sacar dinero, un evento con más fines económicos y políticos que deportivos. Tenemos por ejemplo claro la situación del corredor de obstáculos chino Liu Xiang, de quien las autoridades de su país ya conocían su lesión, aún así se mantuvo engañada tanto a la población china como al mundo entero, el interés económico sobre dicha figura era más importante para sus gobernantes que su propia salud. Pero hablamos de México…

Si somos honestos ningún deporte en nuestro país recibe tanto apoyo económico como el futbol, de hecho es probable que reciba más apoyo económico que la natación en los Estados Unidos, pero Michael Phelps no tenía otra opción que ganar y nuestros futbolistas fueron tratados como héroes nacionales por hacer aquello por lo que se les paga. Bien, nos dieron alegrías, olvidamos nuestra situación política y económica por 90 minutos, pero elevarlos a héroes me resulta absurdo.

Más deprimente es ver que gente que realmente nos da un ejemplo de vida como lo son nuestros atletas paraolímpicos no reciben el mismo trato. De hecho no lo reciben en ninguna parte del mundo. Loable fue la hazaña lograda por Oscar Pistorius al lograr competir en la Olimpiadas “normales”, en la prueba de 400 metros. Si bien hizo gala de una condición física que pocos poseen, haya o no ganado la competencia, su mayor triunfo fue vencer una serie de obstáculos puestos por el Comité Olímpico Internacional, logrando modificar una serie de trabas, algunas “aparentemente” justificadas por la supuesta ventaja que sus prótesis podrían brindarle, pero otras notoriamente discriminatorias.

¿Cuál es el motivo real de que una olimpiada no pueda incluir al mismo tiempo pruebas paraolímpicas y pruebas de atletismo “convencionales”? En realidad es cierto que en algunos casos hay que hacer adaptaciones, pero sin lugar a dudas con los avances de la tecnología algunas de ellas podrían ser simultáneas y otras con un poco de logística bien podrían solucionarse.

Pero además de realizar dos eventos independientes, al paraolímpico no se le hace la misma promoción ni se le pone la misma atención, en general en todo el mundo, pero como dice el refrán “Mal de muchos consuelo de tontos”, hablemos de México.

¿Por qué diantres las televisoras y medios de comunicación en general no dan el mismo tiempo al aire y la misma cobertura a los atletas con alguna discapacidad que a los atletas “convencionales”? Curiosamente no solo son un ejemplo de vida, sino que son quienes más triunfos traen a nuestro país, y en su categoría resulta igual de difícil ganar una medalla en una competencia con competidores que tienen capacidades diferentes, que en una competencia de natación donde ninguno de los atletas tiene discapacidad.

Igualemos las circunstancias, sin duda alguna los atletas olímpicos también vencieron trabas, sobre todo si no competían en el deporte más difundido en nuestro país y cada uno de ellos, olímpicos y paraolímpicos (nótese que ya hay discriminación al usarse términos para diferenciarlos), tienen el mismo derecho a ser difundidos, apoyados y aplaudidos, pero ¿qué tal la difusión que se le dio a la selección de futbol? De hecho opacó la medalla de nuestra abanderada, María Espinoza, que si nos ponemos a analizar, venció el coraje de ser descalificada injustamente y se levantó, situación a la que no estamos acostumbrados los mexicanos, quienes ante cualquier “injusticia” bajamos la guardia, nos rendimos y lamentamos lastimeramente. La razón de esta discriminación no es un secreto, se denomina dinero.

Ni que opinar de que las olimpiadas siguen promoviendo la competencia y no la fraternidad, aunque debo de reconocer que durante estas justas olímpicas vi con gran alegría que más de un competidor se regresaba para dar su apoyo a su contrincante deportivo, ayudarlo a levantarse, cargarlo o simplemente consolarlo.  Pero aún queda mucho por hacer para lograr la igualdad y borrar esas fronteras y diferencias que solos marcamos con nuestros iguales.

Viviendo en el siglo XXI y seguimos haciendo distinciones entre nosotros. ¿No resulta denigrante? Para la Ciencia y la Medicina no pueden existir diferencias entre seres humanos, todos somos iguales, todos nos debemos respetar y atender, todos tienen el mismo derecho a la salud y la vida, es por ello que más que una profesión para muchos de nosotros se convierten en una filosofía de vida, aunque a veces la olvidemos.

Aclaro, yo disfruto ver las Olimpiadas, pero tengo que aceptar que detrás de ellas se esconden intereses que nada tienen que ver con el deporte.