Cuando uno inicia en el mundo de la divulgación científica, como es mi caso, con poca instrucción sobre esta disciplina o más bien nula, pero con muchas ganas de seguir aprendiendo, lo primero con lo que se topa uno es el miedo.
En primer lugar, porque dentro de mi carrera como médico, si bien se nos inculca (y no mucho he de decirlo) a que el médico debe de investigar y publicar, el lenguaje en el que lo hacemos no es el mismo que el de la divulgación científica. Creo, a juicio personal, que he desarrollado cierta habilidad para transformar los conceptos complejos de la Medicina y sus palabrerías extrañas, a un idioma más comprensible para mis pacientes, espero lograr lo mismo a través de mis páginas.
Lamentablemente en México, la formación para la divulgación en científica, al igual que muchas otras cosas está sumamente centralizada. Soy puma de corazón (formado en la U.N.A.M.), pero actualmente vivo en Aguascalientes y me topo que para estudiar algo relacionado a la divulgación, ya sea a nivel curso, diplomado o maestría, tendría que desplazarme, lo más cercano a Guadalajara, lo más atractivo al Distrito Federal, a mi amada Alma Mater. Actualmente lo hago cada fin de semana para el desarrollo de mi maestría en Investigación Médica, pero no podría estarlo haciendo siempre y tampoco estoy en posibilidades de dejar mis único ingreso económico seguro para irme a estudiar.
Obviamente que resulta muy pretencioso hablar de Ciencia a alguien que se dedica a un segmento en particular de ella, algunos dirían que más que Ciencia la Medicina es la aplicación de ellas y que por lo tanto es una Tecnología, pero creo que puede ser ambas e inclusive también un Arte, pero bueno esto es un interesante debate par un solo post. Pues sí, resulta muy ambicioso para mí este proyecto con el que llevo un par de meses, ahora con la maestría me ha resultado más complicado darle movilidad, pero no renunciaré a ello, la constancia (para algunos rayando en la terquedad) es una de mis características. Una realidad es que en general todo lo que tiene que ver con el conocimiento y la generación de este es algo que me apasiona, no solo en las Ciencias «Naturales» sino también en las «Sociales», pero esa si es un área en donde me siento totalmente ajeno y no creo entrar mucho.
Pero lo que inspiró este artículo fue otro miedo, mi carrera como médico digamos que está naciendo a penas, pues si bien no soy un bebé, para los médicos el inicio de su carrera llega más tarde en comparación a nuestros compañeros de otras carreras, más si se hace, como fue mi caso, una especialidad. Así que a penas vamos tomando forma y fraguando lugares. Así que un miedo importante es que cuando un habla y da a conocer su opinión sobre un tema, sin duda habrán las dos sopas, la de los que te apoyan y la de los que te critican, pero hay un grupo seguro, los que se queman con la sopa. El tema que traigo entre manos, sin duda alguna quemará a algunos y muy probablemente cuando brinque el quemado hará que se desencadene ese triste acontecer en nuestro país, las «palancas» o en castellano, las influencias, pero me queda claro que si quiero divulgar la Ciencia, la buena Ciencia, debo hablar con la verdad, exigir pruebas de cualquier aseveración y criticar lo que no está bien hecho, por su puesto, con una intención constructiva, el miedo se fundamenta en que normalmente la gente no lo ve así.
Este miedo, podríamos decir que se ha vencido ya bastante, si me han leído en Medtropoli.net, pero jamás he mencionado nombres y aunque es cierto que si lo lee el afectado sabrá que se trata de él, al no mencionar ningún nombre yo puedo «lavarme las manos», pero creo que hay casos en donde los nombres no pueden ocultarse, así pues que me dispondré a hablar aún más directo o como decimos popularmente, a «calzón quitao»
Había estado esperando para publicar el artículo que traigo entre manos, pero el viernes pasado llegó la puntilla a mi teléfono, cuando me hablaron al celular y al consultorio diciéndome que si yo podía «surtirles» de cierto «medicamento» maravilloso y bastante milagroso que promueve cierto médico en esta ciudad. No quiero entrar más en detalle porque eso lo haré en mi siguiente entrega.
Lo que puedo adelantarles es mi asombro y decepción, por ver como es más factible que la gente crea en lo que literalmente es un bombardeo de publicidad, ya sea televisiva, por panfletos, por SPAM o inclusive por los tradicionales merolicos (algunos disfrazados de médicos), que en la Ciencia y ante tal indignación, tras años de quemarme las pestañas para ofrecer tratamientos efectivos y comprobados, basados en evidencias, darme cuenta que gente sin escrúpulos oferta tratamientos que no se han sometido a un riguroso régimen de análisis, motiva el que desee hablar en crudo.