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Renacemos en los sueños

Papá,

Leo “El cuerpo en que nací”, de Guadalupe Nettel. Mientras la autora narra la convivencia con sus padres yo cabeceó, son apenas unos segundos pero, te siento tan cerca, recuerdo la sensación cuando entrabas en mi cuarto para levantarme e ir a la escuela, despierto con la esperanza de que no te has ido, que aquí estás y, al abrir los ojos, como un balde de agua helada, me viene esa sensación de vacío a sabiendas de que jamás volveré a sentir tu mano sobre mi rostro o apretando mi cuello. Ya no oiré tu voz diciéndome viejo.

Ahora todo pertenece a un mundo onírico. Quizás la reencarnación sí exista, pero no renacemos en otro ser humano, en un animal o en una piedra. Reencarnamos en el sueño de aquellos que nos aman. Entonces me espanto, porque me doy cuenta que nuevamente tu vida depende de mí. Que si muero, mueres conmigo. Y es ahí donde caigo en cuenta que debo seguir hablando de ti, escribiendo, para dejar tu nombre escrito para siempre.