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Respuesta a un pusilánime «profesor universitario»

Publicado el 06/05/2020 en LJA.mx

Actualmente mi lector de noticias está programado para que me presente aquellas que se relacionan con el Coronavirus, particularmente, en Aguascalientes que es donde vivo. Entre las diferentes opciones que me aparecen sale un artículo publicado en El Heraldo de Aguascalientes titulado “La vocación profesional en los tiempos del coronavirus…”. Decido leerlo, quienes me siguen en redes sociales sabrán que hace muy poco titulé una carta publicada en mi blog: “Vocación” y justo toco este tema.

El autor de dicho artículo firma como un “profesor universitario”. No sé si es médico, ingeniero o sociólogo, es más, no sé si realmente es un profesor universitario. Démosle el beneficio de la duda y llamémosle el “Profe”.

Popurrí infructuoso

Pues el “Profe” inicia su carta haciendo una apología casi bíblica, aprovechando su propia comparación, a la vocación del médico. Nos remonta a los médicos de guerra y a los caóticos hospitales, nos deja entrever algo: él acude a consulta en búsqueda de la salud perdida, casi podría deducir que el “Profe” no es médico.

Luego, con el discurso del juramento hipocrático usado ad nauseam alude a la vocación y hace un popurrí con la frase de José de Letamendi: “El que sólo sabe medicina, ni medicina sabe”, en este punto empieza a ser vomitiva la mezcla de frases que no llevan a ningún lado, pero ya se vislumbra hacia dónde apunta el autor.

Juicios a la ligera

Habla de que la pandemia deja entrever los grandes espíritus de los pusilánimes, y por pusilánimes se refiere a los estudiantes de medicina, que por más que se encuentren en los dos últimos años (internado y servicio social) no dejan de ser estudiantes. Dice de que son cobardes por manifestarse en contra de participar y “continuar con su preparación” en los hospitales por temor a contagiarse de SARS-CoV-2. Comenta de que los jóvenes se desgarran las vestiduras por batallas que nunca han librado, por no asumir una carrera que libremente escogieron. Ahora, cita a Facundo Cabral – ¡madre mía! -llena de tantas citas su texto a falta de ideas propias. Pobre “Profe” o más bien, ¡pobres alumnos! sus clases deben ser monótonas, una antología de frases sin sentido.

Foto. LJA.mx

Ahora, es comprensivo y dice: las universidades deben apoyarlos y exigir a las autoridades el cumplimiento estricto de las condiciones para que trabajen adecuadamente. “Sin embargo, hasta donde entiendo, las autoridades sanitarias les garantizan ubicación en hospitales que no reciben pacientes COVID-19 y que además les aseguran capacitación en el tema y protección especializada”. Ya veo, el “Profe” posee una capacidad de comprensión muy corta, por eso sólo se limita hasta el cuento que le dan las autoridades.

¿Mártires a ciegas?

Definitivamente no debe ser médico, no sabe que esta patología tiene más manifestaciones de las que se incluyen en la muy retrasada definición oficial de la enfermedad.

No entiende que antes que internos y pasantes, nos hemos manifestado médicos (generales y especialistas), enfermeras, inhaloterapistas, camilleros, ingenieros y todo el resto del personal que labora en los hospitales porque no, no se nos ha brindado la protección necesaria, mucho menos la capacitación mínima, todo lo hemos adquirido de forma autodidacta o frente al enfermo. Y si mi equivoco, y “el Profe” efectivamente es médico, es uno bastante mediocre.

Coincidencias

Para que no se diga que soy totalmente parcial, al “Profe” le concedo el hecho de que los chicos se encuentren en sus casas ahora no debiera traducirse en que este año se les “condone”. Sin embargo, será una decisión de las autoridades universitarias ver cómo solucionan el problema del número de plazas existentes en el estado para que ellos junto con los que vienen atrás puedan cumplir con el año que se ve interrumpido.

Aunque es difícil, a mí me tocó vivir la huelga de 1998 en la UNAM y pudimos hacerlo sin ningún problema y miren que somos muchos más los egresados de mi Casa de Estudios. Por cierto, mi Facultad sí tuvo el valor de velar por sus estudiantes y sacarlos de las plazas hospitalarias ya que NINGUNA de ellas puede garantizar la seguridad necesaria al menos, no ahora.

No, no es médico, es de los clásicos que alude a que el médico debe atender al paciente sobre todas las cosas, aun cuando su vida vaya de por medio. No conoce la máxima del rescate, en donde para poder salvar a alguien debes estar a salvo tu primero.

Lo que sí hace es poner la historia de René Laennec, inventor del estetoscopio en el siglo XIX, quien se contagió de tuberculosis, sí él lo hizo los jóvenes de hoy deberían hacerlo, postula el “Profe”. Pues bien, Laennec desarrolló el fonendoscopio precisamente para evitar contagios, sería vergonzoso que por seguir una idea romántica y bastante obsoleta como la que propone, los médicos siguiéramos pegando la oreja al pecho de los enfermos. Me vomito con la sarta de citas sin ton ni son.

Vocación no es temeridad

Pues bien, como médico, quien ejerce todos los días su profesión desde hace casi 22 años y quien hasta hoy ve pacientes aun a sabiendas de que pueden tener COVID19 o enfermedades infectocontagiosas con mayor virulencia le diré lo que he escrito en mi Twitter al igual que muchos de mis colegas: 

“A los estudiantes de Medicina e internos (hágase extensivo a cualquier estudiante del área de la salud): NO LOS QUEREMOS EN LOS HOSPITALES. Quédense en casa, cuídense, estudien, no se arriesguen, ya llegará el momento en que sus manos hagan falta. En los hospitales no se necesitan mártires, sobran y siempre sobrarán”. 

Basta se den una vuelta por mi blog www.robertosancheztorre.net y busquen los términos “vocación”, “estudiantes”, y «medicina» para que se den una idea de que hablo con gran insistencia de la importancia de la vocación y del sentido de servicio al ejercer la Medicina. Pero una cosa es tener vocación y ser servicial y otra muy diferente es ser temerario, servil y estúpido.

Me queda claro, además, que el “Profe” tampoco sabe de economía: Si ya en los hospitales tienes un activo en riesgo, se requiere gran estulticia para arriesgar tu capital de reserva, ese que además te servirá por muchos años más. 

Invitación

Al pusilánime “profesor universitario” que no tuvo ni siquiera el valor de escribir su nombre lo invito a colaborar. No es necesario que sea médico o enfermero, se necesita gente en los hospitales para mover camillas, cargar medicamentos y amortajar cadáveres. Demuestre esa vocación de buen ciudadano y dé la cara, puede contactarme a través de este medio o en mi cuenta de Twitter.

Queridos estudiantes, no sean como el “Profe”.