Hoy es el Día Internacional de la Salud Mental y no somos pocos los que cada mañana emprendemos una lucha contra la ansiedad, la depresión, etc.
Resulta increíble lo que cuestan retomar aquellas cosas que disfrutas, que quieres hacer pero algo te lo impide.
Es un valle de arenas movedizas, donde parece que cuánto más luchas más te hundes.
Peor aun cuando el mundo está lleno de tabúes: No se cree en las enfermedades mentales y se les considera un pretexto para no hacer algo, para encubrir un error, e incluso se les sataniza.
Se piensa que esto es de “echarle ganitas”, cuando resulta ser un complejo enredo de factores sociales, emocionales, biquímicos y hasta anatómicos.
En ese sentido soy afortunado, pues conozco y no temo a la psicoterapia (ya empecé con ella) y en el caso necesario a los psicofármacos (mi psicóloga y mi psiquiatra analizarán ello en la semana, no quiero jugar al doctor) y, aun así, me siento paralizado.
Es paradójico: Sé como ayudar a mis pacientes pero me siento atascado en una marisma. Me auto juzgo por no salir a pedalear, ir a nadar o no poder avanzar en mi libro. Quiero, sé que me ayudará y, al llegar la hora, no puedo.
¡Imagínense pensar en dejar la Medicina! Sí, yo, el eterno enamorado de la clínica, de la ciencia y las humanidades que la integran, que tiene un tuit fijado que habla de ella, que escribe artículos interminables sobre la Medicina, que promueve la relación médico-paciente. Sí, yo, he pensado en dejar la Medicina.
La verdad es que poco me importa a mí lo que piensen los demás, ya espero respuestas poco empáticas de muchos, incluso dentro del personal de salud.
Es tiempo de alzar la voz. De hacer entender que todos podemos llegar a estar en esta situación (no puedo escribir que sea un derecho o que esté bien, ¿es un derecho o está bien tener cáncer?). Que no siempre se encuentra una causa, como no siempre la tiene la diabetes, la hipertensión, o una neumonía.
Y aunque se encontrara, no vale la pena culpabilizarnos por ello, sino en reconocerlas y saber que hay herramientas que nos permiten salir adelante.
Poco a poco y paso a paso.
Cada proceso es diferente, incluso en el mismo individuo. No pretendas correr, empieza por raptar en el piso. De ahí no vas a pasar.
Esta vez ya había preparado la bicicleta para salir, pero al pararme de la cama, porque lo hice, mi cuerpo me pidió descanso. Ha sido una semana de insomnio y el escaso sueño no repara. Al rato, por mí, un poco de yoga para estirar y la bicicleta aunque sea el n el rodillo. Esas son mis pequeñas metas.
¡Increíble, estoy escribiendo!
Tengo otra ventaja que lamentablemente no todos tienen, una red de apoyo, que, aunque no entiendan lo que pasa por mi cabeza, lo que para mí es molesto y para ellos no, lo que me duele y ellos les resulta poco significativo, me apoyan y acompañan.
¡Ojalá todos lo tuvieran! Ahí la misión, concientizar y sensibilizar a todos sobre la salud mental. Empezando por el personal de salud, que dicho sea de paso, es sumamente susceptible a padecer enfermedades mentales.
Así pues… ¡a darle!